viernes, 6 de abril de 2012

RECUERDOS DE SULLANA 011 - LOS REEMPLAZOS CRÍTICOS DE 1975

Nuestra promoción escolar tuvo la peculiaridad de vivir un clima belicista en el país, un Gobierno Militar, fricciones con los países fronterizos y adquisiciones de armamento ruso para tener poder de disuasión. En anteriores años se había abolido el curso escolar de Premilitar y se había instaurado el curso de "Reemplazos Críticos", un servicio militar no acuartelado. Se llevaba opcionalmente en quinto de secundaria pero te exoneraba del llamado a filas para el Servicio Militar normal y te permitía sacar la libreta militar automáticamente.
Pues les diré que yo pude haberme exonerado, yo soy asmático y fácilmente un certificado médico me hubiera exceptuado. Pero lo tomé como un reto personal. Un "yo sí puedo".
Este curso lo llevábamos todos los sábados del año. Debíamos estar en el cuartel a las 5 de la mañana en punto, es decir salir de casa a las 4 y 15. En primer lugar aprendimos disciplina, puntualidad.
Nos enseñaron teoría, adiestramiento físico ( que le llamaban "orden cerrado"). La orden del oficial se repetía una y mil veces hasta que todo el grupo funcionara como una unidad. Así nos enseñaron respeto y nos enseñaron la importancia de trabajar en equipo.
Había oficiales de sacarse el sombrero, el teniente Rodríguez, por ejemplo y un mayor del que he olvidado el nombre. Con ellos conversábamos de otros temas y se les notaba versados. No eran unos simples cachacos.
El recuerdo inolvidable se lo lleva un suboficial de apellido Olarte, para nosotros tristemente célebre. Una vez teníamos clase con él y nos dijo. A ver, ustedes, los estudiantes de quinto de secundaria, los sabios, la flor y nata de la intelectualidad de Sullana; Qué es un Soldado?. Yo comencé a pensar en mi respuesta como todos. Olarte, entonces, le preguntó a un alumno del Salaverry (una Gran Unidad Escolar muy famosa en Sullana que lleva el nombre de nuestro más insigne poeta). Y el alumno le dijo, algo así, Soldado viene de la voz griega Soldare que significa unión homogénea, por lo tanto soldado es el individuo en el que se acrisolan las virtudes como un todo (una respuesta magistral). Olarte dijo (para nuestra desilusión) no, mucho palabreo, mucho palabreo. A ver otro y alguien le contestó, Soldado es la persona que defiende un ideal. No, dijo Olarte, aquí hay demasiados poetas. Entonces sin la más mínima vergüenza Olarte dijo: escuchen y grábenselo, Soldado es la persona que viste un uniforme. Nos miramos quisimos reírnos, o tal vez llorar, algunos tuvieron escaramuzas de arcadas eméticas, y en ese instante nuestras almas le pedimos encarecidamente a Dios que por misericordia lo recoja. Y quedó grabada su respuesta como la más estúpida que habíamos escuchado en mucho tiempo. El nivel de Olarte debía buscarse como quien explora un pozo petrolero, bien al fondo del subsuelo. Pobre Olarte.
En el curso de marras nos enseñaron a manejar armas. Yo fuí adiestrado en lanzacohetes instalaza RPG (una especie de bazuca ligera) arma capaz de perforar acero, derribar una pared. Disparaba granadas perforantes.
A todos nos enseñaron en una Marcha de Campaña a disparar ametralladora M50 antiaérea. Caminamos de ida 25 kilómetros en dirección a la represa de Poechos.Instalamos nuestro campamento con carpas. Nos llevaron a la cima de un pequeño cerro en el que estaba instalado un "nido" de ametralladoras, y como a 2 a 3 kilómetros habían otros cerros donde se habían dibujado aviones y tanques y debíamos atinarles. Las ametralladoras hacían una bulla infernal, se les servía con una faja de balas muy grandes, que salían disparadas a una velocidad de 30 balas por segundo. Y cada cierto período salía una bala trazadora al rojo vivo que aún de día se podía ver y te indicaba la exactitud del disparo.
También hicimos un simulacro de ataque de infantería, con soldados a pie, gritando desaforadamente y con bayoneta calada para el combate cuerpo a cuerpo. El oficial derribó un árbol viejo con un tronco de 60 centímetros de diámetro a punta de balazos con la M50, para demostrarnos la potencia del arma.
Aprendimos que la logística es vital cuando las tropas marchan. Mientras nos desplazábamos, nos seguían camiones con agua y comida. Nos servían de desayuno salchichas de ballena, y de almuerzo y cena unos buenos trozos de carne de ballena con frijoles enlatados, en charolas de aluminio y luego las "lavábamos" con la arena blanca del cauce de una quebrada (había que ahorrar agua. El ahorro fue otra enseñanza).
De noche hacíamos guardia (otra enseñanza, la responsabilidad) y el Oficial pasaba revista a los que estábamos de guardia con el santo y seña, una especie de passvoice. Todas estas acciones las tomábamos con la mayor seriedad. Y el regreso fue una prueba de fuego, caminando otros 25 kilómetros con un morral a la espalda con casi 25 kilos encima, con los pies ampollados por los borceguíes que no eran cómodos pero que defendían a nuestros pies de las espinas y de los bichos. Bajo el sol abrasador y con el oficial como ejemplo caminando con nosotros. De vez en cuando aparecía el comandante y preguntaba si estábamos cansados y debíamos responderle (por supuesto, era una cuestión de honor) que no. El nos tentaba y decía si alguien está cansado, no se haga problemas, arrodíllese, pida perdón y lo subo al jeep. Nadie lo hizo, pero para desgracia de nuestro colegio, justo un hijo de un alto oficial, compañero que estudiaba con nosotros, se rindió y lo vimos pasar en el jeep. Una afrenta, a los del "Santa Rosa" (mi colegio) se nos caía la cara por la humillación, mentábamos la madre, como era posible que a nuestro colegio de curas lo desprestigiara así nuestro compañero, luego de haber demostrado a los estudiantes de todos los colegios nacionales (que eran la mayoría en los Reemplazos Críticos) que teníamos una gran moral. Al final entramos a Sullana triunfantes, con barba rala, sudorosos, cansados pero satisfechos y todavía tuvimos estado físico para trotar y ensayar cánticos castrenses.
Era la época en que casi todos los alfereces del ejército llegaban a Sullana y se casaban con las chicas más guapas. Los oficiales del ejército eran en Sullana la nueva aristocracia. Averigüen, en los 70 y 80 la mayoría de chicas se casaron con oficiales. Esto lo sufrimos todos los muchachos de 15 años de ese entonces porque nuestra única oportunidad de conseguir enamorada era con chicas de 12 0 13 años. Las de 14 para arriba ya eran persuadidas por las mamás muy sutilmente para que se casen con un milico. Hoy día las madres tienen otra mentalidad pero en esos tiempos, a la mayoría de madres de Sullana no les interesaba que sus hijas estudiaran una carrera universitaria, no, lo urgente era que se casaran con un oficial, porque así su hija tendría el futuro asegurado, el marido ganaba bien y quien sabe, su yerno podía llegar a ser Presidente de la República y su hija, nada menos, que la Primera Dama de la Nación.

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