domingo, 29 de diciembre de 2013

RECUERDOS DE SULLANA - VEINTIUNO - GENTIL COLABORACIÓN DE OSCAR FERNÁNDEZ



OSCAR MARIO FERNÁNDEZ CRUZ
(POSTEADO EL 26 DE DICIEMBRE DEL 2013)
Estimado Alfredo:

He leído tu artículo en tu blog, con una gran mezcla de emoción y nostalgia. Sobre todo porque te refieres a dos temas muy gratos para mí, el ajedrez y la música. También soy de Sullana y ligeramente mayor que tú. Incluso creo recordarte. Tú vivías en la transversal Callao, me parece. Tu padre era profesor de música ¿Estoy en lo cierto? Hasta recuerdo que tenías una hermana menor llamada Malena y una prima llamada Meche. Yo vivía en la Calle San Martín, esquina con Callao y soy de la promoción XXIX (1972) del Santa Rosa. Amistosamente, pretendo hacer algunas precisiones a tu muy buen artículo.
El boom del ajedrez se dio, por supuesto, en el año 1972, con ocasión del match Fischer – Spassky. Los primeros torneos y simultáneas, con reconocidos jugadores piuranos como el Dr. Jorge Ato del Avellanal y Raúl Calmet, entre otros, se dieron en el Círculo Deportivo de la Calle Grau. Fueron organizados por un señor Zapata Alejos, que trabajaba como empleado administrativo en el Hospital. Rápidamente se formó un gran grupo de jóvenes que jugaban en la vereda de la Callao, con la motivación que daba el peluquero Felipe Cortez. Inicialmente, los jugadores jóvenes más fuertes eran Carlos “Calúa” Sosa Patiño y Lánder Alemán Valdez, este último conocido dirigente futbolístico después. También destacaba, entre los mayores, un señor llamado Nicolás Tay, quien tenía una mueblería en la cuadra 7 de la Calle San Martín. Yo estaba entonces en quinto de secundaria e integré también el grupo ajedrecístico que representó muy dignamente a Sullana en un torneo por equipos que se jugó en el Club Grau de Piura, como parte de la semana de dicha ciudad ese año. También jugaban los hermanos Otoya, de la Calle Ugarte, hijos del periodista Luis Otoya Palomino. Jugadores como Ballesteros y Nicolás Saavedra, aparecieron luego.

En cuanto a la música, el Festival de la Canción de Sullana era notable. La primera edición, en 1970, fue ganada por Lucy Watanabe, quien interpretó el tema “Te vas”, de la autoría del cantautor loretano Tony Marín. A partir de 1971 se compitió en tres géneros simultáneos: Internacional, criollo y tropical. Ese año ganó un tema para el olvido (“Ramón ya es varón”), interpretado por un tal Orthega (así, con “h” intermedia y claro que no era Palito).
En 1972, que corresponde a lo que indicas, el ganador en lo internacional, fue el trujillano Fernando Pinillos, con otro tema que nadie recuerda (se llamaba “Vacío”). Actuaron también dos cantantes del mismo nombre: Marcelo, uno argentino y el otro chileno. El argentino fue quien ganaría el festival años más tarde. Radicó un tiempo en Lima y se hizo conocido con un tema llamado “No pasa nada mujer”. Pero fue en esa ocasión el otro, el chileno, quien alborotó (¡y no ganó!) con la canción que mencionas (“Dicen que dicen”). La canción (cien por ciento festivalera) era de la autoría de dos conocidos compositores chilenos, Juan Carlos Gil y Carlos Alegría (autores de “Canción para una esposa triste”). La letra era la siguiente:
DICEN QUE DICEN
La gente dice que ella es linda
y también cuentan que él la adora
que se aman y que son felices
comentan todas las señoras.
Dicen que dicen, dicen que dicen.
Ellos caminan de la mano
buscando sombra en las esquinas,
jamás se ha visto algo tan tierno
van murmurando las vecinas.
Dicen que dicen, dicen que dicen.
Los han visto besarse en la boca,
los han visto reír sin temor.
Y al mirarlos de lejos se nota
la ternura y la fe de su amor.
A los que dicen que él es bueno
y que ella es linda y muy hermosa
siento yo desilusionarlos
al confesar que ella es mi esposa
Y él es su amante, y él es su amante.
(Y terminaba entre histéricas y dementes carcajadas).
Parece que el festival ya venía digitado desde Lima en cuanto a quién debía ganar porque hubo varias canciones que no ganaron y luego se hicieron muy conocidas Tal es el caso de 1973, que en criollo compitió el vals “Cholo soy y no me compadezcas”, interpretado por su autor, Luis Abanto Morales quien, a pesar de la ovación que recibió, fue desplazado en la clasificación por un tema que nadie recuerda. En ese año 1973, el tema que la “rompió” y debió ganar de lejos, fue la balada “Un pañuelo y una flor” de Rulli Rendo, interpretada por un entonces jovencísimo, desconocido y debutante Homero. Es interesante recordar que el tema no se llamó originalmente así sino “Balada para la mujer amada”.
Igualmente pasaría en el año 1977, cuando el jurado descalificó la interpretación del vals “Cariño bonito” de Augusto Polo Campos, porque los intérpretes, Arturo “Zambo” Cavero y Oscar Avilés, habían “hecho muchas payasadas en el escenario”. El triunfo en esa ocasión fue para “Cinco motivos de un hombre” (¿alguien la recuerda?) de la autoría e interpretación de José Escajadillo.
¡Ah! Te faltó hablar de las reinas de la Feria de Reyes.

Hasta pronto. Y un abrazo.

NOTA DEL BLOGGER: 
ESTIMADO OSCAR: MUCHAS GRACIAS POR TU COLABORACIÓN. CUANDO QUIERAS MI BLOG ESTÁ A TU DISPOSICIÓN PARA OTROS GRATOS RECUERDOS DEL BAÚL MÁS QUERIDO QUE TENEMOS ALGUNOS. DIME ¿TÚ ERES HIJO DEL MILITAR FERNÁNDEZ BENEL? SI ES ASÍ, TE RECUERDO CON UNA TALLA RESPETABLE, COMO UN BUEN GUITARRISTA, GRAN CANTOR Y NO SIGAMOS CON ESE VALS (CHUPACAÑA) EN BROMA. TAL VEZ POR ELLO TU EXACTITUD EN RECUERDOS MUSICALES. SI EN ALGÚN MOMENTO DESEAS HACERTE UN BLOG PERSONAL Y PROPIO PUEDO AYUDARTE SIN NINGÚN INTERÉS. ES GRATUITO, EL ALOJAMIENTO EN BLOGGER ES GRATUITO Y TE SERVIRÍA PARA MOSTRAR AL MUNDO TUS OPINIONES, TUS RECUERDOS, ALGUNOS SENTIMIENTOS, EN FIN LO QUE CREAS QUE SE PUEDA POSTEAR. YO TENGO YA DIEZ AÑOS EN ESTO Y SI ME PERMITES LA MODESTIA TENGO 12, 190 LECTORÍAS DE TODO EL MUNDO. YO NUNCA PENSÉ EN QUE LA GENTE SE INTERESARA PERO TAMPOCO ES PARA TANTO. COMO LE DIJE A UN AMIGO YO NO SOY DE LOS QUE PIENSAN QUE TODO TIEMPO PASADO FUE MEJOR, SOLO ME INTERESA POSTEAR LOS RECUERDOS PARA QUE SEPAN QUE ESTUVIMOS ALLÍ Y FUIMOS MUY FELICES.

domingo, 1 de diciembre de 2013

UN CUENTO DE NAVIDAD "PARA LUSTRARTE MEJOR" (DEL BLOGGER ALFREDO) EN HOMENAJE A UN AMIGO DE INFANCIA RAÚL OLAYA

Siempre me gustaba salir a trabajar con la camisita limpia, era la del colegio. Pero esta vez se estaba acabando el jabón, mamá había decidido que primero era asearse y mejor era lavarme la cara. Mis clientes sí iban a disculparme la camisa un tanto sucia pero creo que no, la cara. Mamita me despertó para desayunar, estábamos de vacaciones y se acercaba Navidad. Les digo de paso que para mí, mi mamá es exactamente el amor de Dios, ni más ni menos. De mi papá nunca les voy a hablar porque cuando lo recuerdo me pongo muy triste y se me hace un nudo en la garganta, sólo tengo los peores recuerdos de él y más vale olvidarlo para siempre.
Cuando nos reencontramos con mi mamá en la noche ella me hace cariños, me pasa sus manitas por mis mejillas y me dice que me quiere y eso es lo que más me alegra el corazón y hace que recuerde que quiero convertirme en el mejor lustrador de zapatos del mundo para comprarle una casita a ella que se lo merece.
Antes de salir me alcanzó un tecito que sabía a todo el amor del mundo y un pancito de ayer. Luego ella dejó a mis hermanos menores en el "huahua" y se fue a lavar ropa . Yo soy el hijo mayor, ya voy a cumplir 8 años. Mamá me dijo, anda hijito a ver si conseguimos algo de platita. Y salí con mi cajita de lustrar zapatos, que a esa hora no me pesaba nada. Me subí a un ómnibus y le rogué al cobrador que me aceptara la única riqueza de que disponía en ese instante, 20 céntimos. Dios le tocó el corazón y así pude llegar a mi destino, el centro de Lima.
Me bajé en la avenida Abancay y le ofrecí a Diosito mi trabajo del día, como me había enseñado mi mamá. Me acerqué a una pared y revisé mis materiales, la caja de lustrar estaba buena, los betunes ya estaban por acabarse, el trapo estaba bueno, el tinte estaba a medio terminar, pero lo que sí me entristecía era la escobilla que estaba raída y parecía muy viejita. Pensé que no debía perder tiempo y trabajar lo más pronto posible porque en los siguientes días tendría que hacer gastos extras para reemplazar mi material y a lo mejor no quedaba nada para ayudar a mi mamita.
Fui a la salida de un banco y un caballero aceptó mi pedido de embellecer sus zapatos. A mí me gustaba lustrar, transformar unos zapatos sucios en el orgullo de cada quien. El cambio era espectacular. Los señores se acercaban a mí un tanto avergonzados por sus zapatos sucios y luego los veía alejarse felices y yo, modestamente, había contribuido con mi granito de betún a esa alegría. Empecé con el caballero, el primero de la jornada, lustrando, primero para sacar la tierra y veía a mi escobilla gastadita y me daba pena y pensaba que fuera que alguien me regalara una nueva. Luego embadurnaba con betún primero un zapato y luego el otro y finalmente sacaba brillo nuevamente con la escobilla que cada vez me entristecía más. Para el final reservaba la maniobra que me habían enseñado los capos, que decían que el secreto de una buena lustrada era finalmente hacerles cosquillas a los zapatos con el trapo de franela y que se rieran dejando escuchar el "chuic,chuic,chuic". El señor me dió un sol en vez de 50 céntimos y miré hacia el cielo y agradecí a mi diosito de siempre. La mañana pintaba bien. Seguí caminando por el jirón Carabaya y el olor a comida me distraía y me decía ojalá que consiga algo más para la comidita de mi madre porque la veo cada vez más flaquita y tengo miedo de que le pase algo. La gente entraba y salía de las tiendas, compraban lindos regalos, se acercaba Navidad.
De pronto una dama, con dos casi jóvenes, me pidió el servicio. Que suerte que habían salido con zapatos. Han de saber que la abundancia de zapatillas está a punto de arruinar mi sueño de convertirme en el mejor lustrador de zapatos del mundo y ha hecho que mi horario se haya extendido. Ahora, trabajo de 9 de la mañana hasta las 6 de la tarde. El que inventó las zapatillas seguro que odiaba a los niños como yo porque nos arrebató poco a poco nuestro trabajo. Decía que les lustré a los dos, casi jóvenes y escuché que le preguntaban a su mamá porque un niño tan menor tiene que trabajar. Pues porque soy responsable, en vez de estar jugando y perdiendo el tiempo, yo ayudo a mi mamita y a mis hermanitos. Que cosa ? No faltaba más. Las medias de los jóvenes eran muy bonitas y me cuidé de no ensuciarlas. Me pagaron y luego me invitaron un jugo de frutas y yo pensaba, quisiera llevármelo a casa para compartir un poquito aunque sea con mi mamá y con mis hermanitos. Pero al final me lo tomé, ya no gastaría en mi almuerzo.
Entré a la Plaza de Armas, mi caja de lustrar ya me pesaba más y me dolía un poquito la espalda y me daba ánimo diciendo para mí, Raulito ya comienzas con tus engreimientos. La Plaza lucía el arbolito y un nacimiento. Y pude lustrar varias veces ( había sido un día muy provechoso ) y cada vez que lustraba, trataba de disimular la vejez de mi escobilla porque sino me daban ganas de llorar. Caminé por el jirón De la Unión y ví los helados, hacía calor, con un sol que me abrasaba y me abrazaba, quería un helado, pero no quise ser egoista, y pasé de largo.
Casi al final del día le ofrecí mi trabajo a otro señor, aceptó y decidí hacer mi obra maestra del día. Me concentré y agradecí a Dios por mi última lustrada del día y por mi linda familia; y lustré como se debe, como me había enseñado mi primo. Al final los zapatos del señor no parecían, eran nuevos, ese milagro lo hacía yo muchas veces. El señor me pagó 2 soles.
Doblé por la avenida Emancipación y entonces le pedí un regalo de Navidad al niño Dios, una escobillita nueva, lo único que te pido diosito. Ya eran las 6 de la tarde y me regresaba a casa, y de pronto ocurrió el milagro, el verdadero. Pasaba cerca de unas bancas del ornato de la avenida y descubrí a un trabajador de la municipalidad que con un rodillo estaba pintando las bancas con pintura marrón y saqué mi escobilla y le pedí que me la pintara. Aceptó mi pedido, tomó mi escobillita y poco a poco y con gran cuidado empezó a pintarla hasta que terminó. Y de pronto, mi escobilla se convirtió en nueva . Tendrían que haberla visto. Les juro que fui muy feliz. Le agradecí y me quedé esperando a que secara la pintura y profundamente agradecido me pregunté...¿ cómo no iba a creer en el niño Dios ?
(alfredo guerrón).