Voy a referirme a dos bromas que me tocó vivir.
La Primera Broma.
En
la plaza de Armas de Sullana se acostumbra, no sé si hasta hoy,
realizar una retreta los días sábados por la tarde, con la banda del
cuartel del RCB 13 (Regimiento de Caballería Blindada Número 13). La
retreta no es otra cosa que un show musical y eso alegra al pueblo.
Recuerdo a los músicos que interpretaban el tambor y la trompeta. El que
tocaba el tambor era un genio y el que tocaba trompeta también era muy
bueno. Pues yo veía a unos muchachos un poco mayores que yo que se
acercaban al que tocaba trompeta y misteriosamente éste dejaba de tocar y
les decía que se vayan ( en realidad menos elegantemente, churres de
m... lárguense ) y que no lo interrumpan. Yo veía a los muchachos de
marras chupando un limón con sal. Y no entendía. Un día pregunté a un
señor y me explicó. Resulta que para tocar trompeta no hay que salivar y
la sola visión del limón con sal te hace salivar (le llaman reflejo
condicionado), y los palomillas sabían de eso. Lo hacían adrede, por eso
el trompetista no podía seguir tocando. Era increíble como en plena
canción las trompetas repentinamente callaban y los muchachos se reían.
La Segunda Broma.
En
la casa quinta de un amigo, Domingo Zapata, en la cuadra 6 de la calle
Lima, me invitaron a presenciar un espectáculo en la vereda. Para que
entiendan, debajo de la vereda había un canal tubular que conectaba la
calzada (la pista) con la entrada de la quinta. Este canal servía para
desaguar la lluvia de la quinta, pero estaba seco porque hacía muchos
años que no llovía en Sullana. Estos bandidos hacían pasar un hilo de
nylon transparente desde atrás de sus manos, luego lo pasaban por el
canal y terminaba en la pista pero a la entradita del canal con un
billete de 10 soles. Era un anzuelo para pescar la ambición de algún
transeúnte. Era cómico ver como pasaba un señor cualquiera y veía el
billete, no podía creer su suerte, y cuando iba a agarrarlo
misteriosamente el billete desaparecía por el canal ( por supuesto
jalado por mi amigo rápidamente y coordinadamente ). El señor se
arrodillaba y nosotros le preguntábamos ( como sorprendidos ), qué pasa
maestro, jovencitos se me ha caído un billete de 10 soles y se ha metido
a este huequito. Préstenme una escoba. Y el señor se agachaba hasta
mirar por el canal ( incluso no le importaba ensuciarse ) y veía el
billete adentro al fondo (esa era la última tentación). Allí está mi
plata exclamaba, y nosotros que aguantábamos la risa. Por favor decía (
ya preso de la desesperación ) préstenme un palo largo. Le alcanzábamos
el palo y por supuesto mi amigo Domingo ya había recuperado el billete y
lo tenía en sus manos, por si las moscas. El señor estaba como media
hora hurgando el hueco con el palo hasta que se rendía y decía, que mala
suerte como puedo haber perdido así mi plata. Su despedida era una
súplica, jovencitos si lo encuentran,por favor jovencitos, guárdenme el
billete de 10 soles. Y así algunas tardes de vacaciones caían en la
trampa varias personas. Alguna señora nos mostraba su plata y nos
trataba de convencer diciéndonos, jovencitos me falta un billete de 10
soles, yo he traído tanto y contaba sus billetes y nos decía, ven, me
falta 10 soles. Todos nos reíamos, pero yo pensaba después cómo se
transformaban las personas por el vil metal. Estábamos unas 3 horas y
despues nos reuníamos a comentar los casos y nos desternillábamos de
risa. Pero un día sucedió lo inesperado, pasaba un joven distraído y nos
parecía que aparentemente no había reparado en nuestro billete anzuelo.
Y de repente sin que nos diéramos cuenta pisó el billete, lo cogió y
nos dijo, que suerte, me he encontrado un billete de 10 soles en este
huequito del drenaje. Nos miró y se fue con el billete. Nos miramos y
nos reímos de Domingo que era el que prestaba el billete. Desde ese día
ya no tuvimos muchas ganas de seguir con la pesca de ambiciones y
sobretodo Domingo puso como condición que otra persona arriesgara su
plata.Lo cual no volvió a ocurrir.
(alfredo guerrón).
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