viernes, 6 de abril de 2012

RECUERDOS DE SULLANA 010


Hoy quiero hacer un remembranza de mis primeros años en la ciudad de Sullana.
Tuve la mayor bendición de Dios sin merecerla, la gran suerte y el inmenso honor de tener como madre a la Señora Ida María Ojeda Abad, Marujita. Ella era profesora y me enseñó los grandes valores que me sirvieron para siempre en mi vida y además a leer y escribir antes de asistir al primer colegio. Me han dicho que mi madre se ha muerto y yo no les voy a creer nunca, eso es imposible. Me he portado rebelde al no ponerme luto y nunca he visitado su tumba. Es que mamá no se ha muerto la llevo para siempre en mi corazón. Me he convencido de que ha viajado y que en algún momento la voy a volver a ver. Si no fuera por mi madre no sería lo que soy sobre todo en lo bueno.
Estudié jardín en el "Jardín de la Infancia" de la señorita Santitos Gallo a quien recuerdo gordita, colorada y bonachona. Se robaba la confianza de todos los niños. Transición la hice en el colegio "San Juan" (de la esquina de la avenida Tarapacá con la avenida José de Lama) de un gran profesor el señor Teodoro Uriol Gálvez. Y finalmente recalé en la que sería mi casa por 10 años, mi querido colegio "Santa Rosa" de los hermanos maristas. Inicié mi educación primaria en el año 1966. De los profesores laicos, tengo los mejores recuerdos de Mario Ramírez y de Lino Valdivia. Si no recuerdo mal, Lino al despedirme de la primaria me arengó diciendo : Guerroncito eres de una buena madera como para triunfar . También recuerdo a algunos de mis compañeros de colegio como Carlos Pulache, Miguel Quiñoñes, Jorge Cisneros, Matallana, Anchiluri, Humberto Lozano, Eddy Herrera, Pedro Ortiz, Jorge Devoto,Marco Urbina,León, Fassbender, entre otros. Nosotros estudiábamos en el horario de mañana y tarde. Años después se instalaría el horario corrido.
Diré que he sido tranquilo y me gustó el estudio desde siempre. Me encantaba leer e iba, los sábados, a casas donde alquilaban revistas y me quedaba varias horas leyendo : Valiente, Juan sin miedo, Chanoc, Tawa, Linterna Verde, Superman, Batman, Flash, Santo el enmascarado de plata, Blue demond, Archie, Pato Donald, Mickey, Rico Mac Pato entre otras. Se pagaba por cada revista que leías, y entre los lectores se fraguaron las primeras alianzas estratégicas para ahorrar, sin que se diera cuenta la dueña intercambiábamos las revistas que leíamos y así podíamos leer hasta 5 revistas pagando el precio de una. La señora vendía raspadillas y marcianos que nosotros consumíamos resignadamente como público totalmente cautivo.
Luego me interesó una lectura más seria y me inscribí en la Biblioteca de Sullana que funcionaba en la calle Enrique Palacios. Me gustaba el fútbol pero nunca fui un buen jugador. En mi descargo les contaré que fui asmático desde los siete años de edad y eso limitó mi rendimiento físico, ya que en ese tiempo el tratamiento era muy rudimentario. Aprendí a jugar trompo pero sobretodo a hacer malabares. Aún puedo tomar un trompo al vuelo con la mano y hacerlo bajar por la piola sin que se caiga.
Fuí un excelente jugador, modestia aparte, de bolitas de vidrio y en el barrio era poco menos que invencible. Se jugaba al "ojito" y al "fondo". Mi hermano Frano fue otro excelente jugador, algunas veces definimos la final de un pequeño campeonato entre familia. Jugábamos en la pista cercana a la acera de la sastrería "Julmor". Después de Lima trajeron otro juego con canicas, el "ñoco" que nunca nos gustó.
Nosotros vivíamos en una casa de la calle Lima 584, propiedad del Señor Montero. Mi casa tenía una salita de 3 por 3 metros. luego se bajaba al comedor de un área similar. Al lado derecho del comedor estaba el dormitorio de mis padres y al lado izquierdo nuestro dormitorio. En nuestro dormitorio había una escalera que daba seguramente a otro mundo ( un altillo que nunca habitamos) que pudimos imaginar y que de noche temíamos porque parecía que bajaba alguien del altillo y se perdías detrás del ropero y en cualquier momento, apenas nos durmiéramos, insurgiría como el fantasma nuestro de cada día. A continuación del comedor estaba la cocina y luego por un pasadizo descubierto se llegaba al patio lavandería, los servicios higiénicos y el corral. Mi amado corral, me gustó criar aves, gallinas, las cuidaba, les preparaba su comida, de un maíz rojo (digo rojo no anaranjado) que ahora ya no hay, limpiaba sus cobertizos, ví nacer a los pollitos contemplaba el crecimiento de sus hijos.
Y yo soy testigo y quiero reivindicar al gallo, todos comentan su papel de Don Juan, y de cantante de ópera pero muy pocos saben que cuando se les da la comida a las aves, el gallo las invita a sus gallinas y a sus pollitos, les da la preferencia y él es el último en comer; mucho más civilizado que el león.
Al frente estaba el colegio particular "Inmaculada Concepción" de la señorita Kcomt, una chinita agradable.
Tenía de vecinos al relojero Nazario Vilela, al carpintero Miranda y al "Jardín de la Infancia" donde estudié. Y al frente al Señor Camacho con su tienda de venta de plásticos. Más allá estaba el cuarto de Carranza un excéntrico personaje que aparecía cada incierto tiempo con su luenga barba, su sonrisa y su bicicleta para vendernos canicas, boleros, figuritas de álbumes,juegos de cartas.
Como no se nos ocurrió llamarlo Melquiades y a lo mejor se nos ocurría también escribir algunos años de soledad.
Colindábamos con la calle Leoncio Prado a la que le huíamos porque la considerábamos un tanto maleada por estar plagada de bronqueros. Sólo la visitábamos para ir de compras a los mercados de la Señora Gilda (creo que era Aponte) y de la Señora Tola. En la calle L.Prado estaba la estación de los bomberos y la casa de Pichín Figallo (un gringo de casi 2 metros de estatura) casado con la señora Tila, una simpática señora (de 1 metro 50cms. de estatura), amiga de mi mamá. Recuerdo que Pichín trabajaba en el Hospital de Sullana y tenía unas hijas muy hermosas. La más bonita era Nory (con despampanantes 1 metro 90 y unos ojos arrobadores que me robaron la memoria para siempre ) ; también muy bonita era su otra hija Rossina, que fue reina de Sullana. Bertha también era bonita pero recuerdo que tuvo una paresia facial la cual desmereció un poquito su belleza. Debajo de la casa de Don Pichín estaba la primera fábrica de chupetes de hielo de la ciudad llamada HERGUEOLA (creo que era un acrónimo de Hernán Guerrero Olaya, su dueño). En la esquina con la calle Piura y la "Lionzo" (un barbarismo de la calle Leoncio Prado) cantaba Pedro Infante, un demente tranquilo que ofrecía su show y se sonreía interminablemente con una mueca calculada.
En la recta de mi primera casa, esquina con la calle Sucre estaba la primera Clínica de Sullana la "Clínica Zegarra" del doctor Mauro Zegarra Grippo, padrino de matrimonio de mis padres y el notario que certificó mi llegada al mundo luego de un parto tormentoso. Al frente de la Clínica pero en diagonal estaba el local del peluquero Cornejo, un señor muy amable y gran artífice de la remodelación de las caras. Luego estaba la casa de la señora León, artesana de cocadas y manjares blancos inolvidables. Creo que ya en la Sucre continuaba la casa consultorio de un gran médico Cirilo Espinel Nóblega, el local de Radio Sullana y un taller de lápidas.En la misma cuadra del cine Excelsior estaba el paradero de autos para Talara ( en ese entonces duraba dos horas y media en una pista que era la vergüenza del Perú. Con el peor asfalto rumbo a la ciudad productora de asfalto ). Por aquellos tiempos la calle Lima era asfaltada más no así la calle Callao ni la L.Prado. Ese era nuestro barrio.
En la calle Callao vivía la Señora de Valdez con sus hijos, entre ellos : Omar un excelente amigo, gran jugador de fútbol y un playboy de la época. También estaba la casa del relojero Don Pedro Ortiz, gran señor y mejor padre. Su hijo Pedro Ortiz,"Pedrín" fue un gran amigo. Recuerdo que su padre lo llevaba a los estadios de Sullana, Piura y Talara según sea el caso de un gran partido. Estaba también la casa de mi abuelita la Señora Josefa Abad Saavedra, Pepita, a quien yo quise entrañablemente y cariñosamente le llamaba abuelina. Recuerdo los sábados en que me llamaba casi susurrando para invitarme desayuno de cachema frita y una chicha de maíz tipo avena que me ha quedado como una deuda impagable en mis recuerdos.
En esta calle Callao también estaba la peluquería de Felipe Cortez, famoso por sus sobremesas en las que alardeaba de haberse comido un bistec que creía que era la colcha por el tamaño. Después de almorzar iba a la tienda de don Alfredo Reyes y se sentaba en el mostrador para hablar de su almuerzo era clásica su frase "Me he comido..." y exageraba. Recuerdo que les enseñó a los muchachos de su barrio a jugar al ajedrez y se convirtieron en grandes jugadores. Yo aprendí por mi cuenta perdiendo y perdiendo. Me olvidaba decirles que el ajedrez fue una de mis grandes aficiones.
También en esa calle estaba la casa del señor Paulini y en la esquina con la calle Espinar se ubicaba la tienda del Sr. Castillo y del Sr.Guzmán. En la esquina de la calle de la Grau con la Callao estaba la tienda del señor Alfredo Reyes, con sus interminables 2 metros de estatura. Gran contador de chistes y enamorador empedernido. Tuve el gran honor de ser amigo de su hijo Manuel de quien una vez no se supo más. Y de Walter su otro hijo.
Aquí contaré como aprendí a tocar guitarra. En la calle Grau, en la cuadra 10 se reunían en vacaciones muchachos que sabían tocar guitarra y cantar con las chicas. Y después de un rato la guitarra sobraba como las hormonas. Yo le decía a Walter Reyes, "por hoy llevo la guitarra a mi casa y mañana te la llevo a tu casa" y él asentía. Me llevaba la guitarra de Walter a mi casa y practicaba miles de veces. Mi mamá no me decía nada pero debe haber sido desesperante escuchar unas notas repetidas hasta el infinito. Calín Deza, otro de mis grandes amigos, me enseñó unos acordes y rasgueos. Es así como pude practicar hasta que algo aprendí.
(alfredo guerrón)

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