Anel
estaba cantando "hacer el amor con otro" y recordaba que había tenido un
día de mierda. En el trabajo se colgó el sistema y retrasó la entrega
de los balances por dos horas ante la ansiedad del jefe por tener en sus
manos la información requerida. Había estado casi todo el día con un
dolor menstrual que la acompañaba casi siempre de la manera más
inoportuna. Recordó el consejo de su amiga Sara y se había comprado una
arcoxia de 120 miligramos ( le costó 7 soles, puta, un poco cara ) y
comprobó que era verdad tanta belleza, esa cápsula era milagrosa. Se la
tomó y a los 5 minutos el dolor desapareció para siempre. Y el día se
aclaró, dejó a un lado las imprecaciones y se concentró en su trabajo y
en Miguel, su amor imposible. Era casado, pero un amante de aquellos.
Una vez la había poseído en los baños pero fue suficiente para volverse
adicta. Él trabajaba en la sección de al lado pero a veces irrumpía en
su sección ( tal vez lo hacía por joder ) y la miraba y ella sentía que
la voluntad le abandonaba y que quería proclamarse en ese momento su
divina fan, su esclava. Hijo de puta, sabe que me trae muerta. Pero lo
disimulaba muy bien. Sudaba frío, pero era fácil echarle la culpa al
calor, se ruborizaba por la cantidad de malos pensamientos que se
apoderaban de su cabeza y que fácilmente le habrían costado la condena
para unos tres infiernos. Y lo dejaba pasar mirándolo sin mover la
testa, apenas un subir los ojos hacia la frente y bajarlos rápidamente.
Definitivamente Miguel era un hijo de puta adorable. Cerca de las seis,
la llamada de Margot apareció espectralmente invitándola a tomar unos
tragos y a cantar en el karaoke de siempre. Giuliano había terminado de
cantar la canción "Mientes tan bien" ( del dúo Sin Bandera ) y fue
aplaudido. Cantaba bien y era justo, pensó. Y maldecía porque la maldita
canción recitaba "que te quedaras conmigo una vida entera" y su
enamorada acababa de irse a vivir a los Estados Unidos. Puta madre qué
voy a hacer, no debí enamorarme. Que tu amor es sólo invierno nunca
primavera. Canción de mierda, no la hubiera cantado. Y ahora cómo voy a
olvidarla. Se vino del aeropuerto y se sentó sólo, a cantar y tomar una
cerveza. Daniela, su enamorada, era una chica no muy linda pero era
lindísima. Apenas estuvimos 3 años, pero parecieron tres minutos y ahora
no parecían nada. Dios, era el final de los finales, antes ya había
terminado con otras chicas, pero Daniela era de las chicas con la que no
piensas terminar nunca. Cuando la felicidad era eterna se le apareció
una oportunidad a su nena para irse tras el sueño americano. Y como todo
lo eterno se acaba... Él sabía que no la iba a seguir. Así que sólo
quedaba recordar y olvidar. Veía a los demás cófrades y sabía que cada
quien ponía a la mesa esa noche, el final de ese día con todos sus
aderezos y los diluían en cerveza o sangría o en "una canción de amor".
César estaba con sus amigos que celebraban su onomástico, le habían
regalado un cross plateado y una torta. Había terminado hace 1 mes con
Lucrecia y en este grupo estaba Rosa, una buena chica de quien le habían
dicho no escondía su interés y preguntaba por él. Rosa era muy bonita
pero como todo en la vida, lo que tienes al frente no lo deseas. El
ánimo predatorio lo cultivas con lo inalcanzable. Lucrecia era la hija
de un industrial y él, un trabajador bancario. Contra todos los
pronósticos ella lo aceptó pero todos decían que esa relación no
duraría. Era totalmente asimétrica, él la adoraba y ella tenía demasiado
dinero. César soñaba que se podían casar pero ella tenía otros planes.
César nunca fue tan feliz como con Lucrecia. Se volvió poeta, cantante,
un quijote de otros tiempos. Y un día el sueño desapareció como la pompa
de jabón, como el presente, como los recuerdos antiguos. Lucrecia le
comunicó que se iba a casar con un gerente y César se lamentó de su
suerte. Y lloró amargamente. Pero se recuperó y continuó adelante. De
pronto Rosa cantó "amor eterno", y los amigos que decían, a quién se la
habrá dedicado, y carraspeaban. Hicieron un brindis y Rosa lo miraba de
una manera especial. Jorge había salido del hotel y dejado a Carla en su
paradero. Carla era casada pero eran amantes hace 5 años y se
comprendían en el sexo de maravilla. Su relación era puramente carnal y
sabían que estaban malditamente condenados al placer cuando podían
reunirse sin despertar sospechas en sus respectivos cónyuges. Ese día
Carla se había vestido con un pantalón de esos que se tenía que poner
con calzador para que quepa todo lo que tenía en su sitio y que era
inmenso y tentador. Y la sorpresa se la dió cuando se quitó la ropa y le
dijo que la lencería era comestible, como lo leen, co mes ti ble. Era
el último invento para saciar el hambre de pecado, un artificio hecho
para la condenación, para la profanación , para la perdición y el
encuentro. Por supuesto que se la comió literalmente y después recorrió
palmo a palmo todas las dunas, los meandros, los desiertos, las
llanuras, las cumbres, los oasis, las simas y con los ojos cerrados
comprobó que se la sabía de memoria a Carla. Ella se desbordó como la
última copa de vino de la noche. Se desintegró para formarse de nuevo
varias veces. Lanzó un grito ahogado e impenitente. Sintió la necesidad
de infligirle una vez más la marca de posesión y le enterró las uñas en
la espalda. Era un ritual despiadado pero era la única manera honorable
de corresponder a toda la fantasía del momento, cortesía de Jorge . Y
sentían que nunca volverían a ser los mismos a partir de ese instante. Y
era verdad, se transformaban en unos poseídos por el demonio del placer
y decidían morir en el intento por la obra maestra que acababan de
concluir. Era poco, era demasiado, eran apenas unos minutos pero el
placer les duraba exactamente hasta el otro encuentro. La dejó en su
paradero y luego fue al karaoke para cantar "Lo dudo". Alberto venía de
su trabajo, había atendido varios pacientes y escuchado no pocas
historias de quejas y frustraciones. Solía venir una vez al mes a
sentarse y cenar. Escuchaba a los cantantes y antes de irse pedía unas
canciones de Sabina, y pensaba que Sabina no debía morirse nunca sino ¿
quien iba a componer a la perfección otras canciones ?, ¿ quien iba a
asombrar al mundo otra vez con sus trovas ?. Cantó aquella canción de la
prostituta que la levanta un tipo y se la lleva a su departamento y se
enamora de ella. El final feliz es que lo abandona esa misma noche
después de robarle. Esos son los finales felices de Sabina,
sonrió.("Medias negras"). Y recitó con melodía otra canción de un
artista que después de un concierto en la playa de un pueblo va a darle
una serenata a la mesera ojos de gata. Y luego se van a un hostal y así
les dieron las diez y las once, las doce y la una y las dos y las tres, y
desnudos al anochecer los encontró la luna. En modo ranchera además. ("
Y nos dieron las diez"). Miró el reloj, eran las tres de la mañana,
debía irse. Mientras se iba pensó, tantas mesas, tantas historias. Debo
escribir un cuento porque en un karaoke confluyen como en Babel muchas
maneras de aspirar al cielo.
(alfredo guerrón ).
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