jueves, 15 de marzo de 2012

CUENTO CORTO:"NOS HUBIÉRAMOS CASADO TANTO" DEL BLOGGER ALFREDO GUERRÓN.

Mi familia y yo éramos felices. Teníamos una vida muy simple. Mi esposa se dedicaba al cuidado del hogar y mis dos hijas iban al colegio a la primaria elemental. Las veía crecer y su alegría contagiaba a todos los rincones de la casa. Mi rutina era, de mi casa al trabajo y del trabajo a mi casa. Yo siempre he sido huraño para las reuniones, me considero un gregario familiar reducido a la mínima expresión. En nuestra vida no pasaba nada extraordinario excepto que la sagrada familia se iba entronizando en nuestras cuatro paredes debido a los pocos errores que cometíamos y que nos esforzábamos por subsanar.
Me casé muy enamorado y cuando nacieron mis hijas, yo que soy un abstemio inveterado, celebré con unas peas vikingas. Ser padre era lo máximo.
Cuando mirábamos hacia atrás recordábamos solo felicidad. El presente efímero era feliz y fugaz. Y el futuro lo avizorábamos también con una pantalla virtual de felicidad. Estábamos acorralados, no teníamos escapatoria. Seríamos felices.
Cierto día, caminaba por el mercado central de Lima, al mediodía, a la hora de mi refrigerio. Y ocurrió que alguien tocó mi hombro y me dijo, hola Alberto, qué gusto de verte. Era María, una antigua amiga (en realidad era una ex­-enamorada) y me sorprendió. Hacía 15 años que no la veía y la reconocí. Había subido de peso y se mantenía bastante guapa. Hola María, también para mí, es un gusto verte. No sabía que estabas en Lima, le dije para ser cortés, pero en realidad nunca me interesó ese dato. Ella me dijo, yo si me enteré que tú vivías en Lima, que te casaste. Y que… ¿eres feliz? La pregunta me sorprendió, no tuve tiempo de inquirir porqué la pregunta y le contesté, convencido, por supuesto. María me dijo, me casé, tengo dos hijos de 7 y 9 años, y me va más o menos, dijo resignada. Yo estaba apurado, tenía que ir a hacer una gestión de mi trabajo y aceleré la despedida. María, le dije, que te vaya bien siempre. Ella se acercó, me dio un beso en la mejilla y me dijo algo ruborizada, casi como un reproche, Alberto, nos hubiéramos casado. ¿No?
Y nos separamos otra vez para nunca.
Continué viviendo mis horas felices y en la noche recordé este encuentro y pensé, nos hubiéramos casado, hubiéramos tenido dos hijos, esa otra vida juntos hubiera ocurrido.
Nuestros hijos estudian en un colegio marista, tenemos unos vecinos muy amigables y los domingos acostumbramos visitar a sus familiares, sus hermanas, o alguna prima de ella. Nuestra agenda social es bastante recargada. Hemos empezado a teñirnos el pelo porque a los años se les ha ocurrido, nunca tan inoportunamente, decolorarnos el cabello. Mi trabajo es agitado, estresante. Soy un médico anestesista y mis colegas cirujanos me confían el anochecer y el amanecer de sus pacientes. Mi esposa administra un negocio nuestro, un restaurante y nos va bien. El tiempo se pasa volando. Siempre hay personas que me comentan, doctor que increíble, ya estamos en julio ¿no? y ni nos hemos dado perfecta cuenta. Luego prosiguen con su cuenta mensual, agosto, setiembre, octubre y ya casi se acaba el año. Finalizan con su frase, este año se ha ido volando. Yo les digo, como para ironizar, sí pues el tiempo se pasa volando, el año pasado a estas alturas todavía estábamos en marzo.
Mis hijos se casaron, nos han dado 4 nietos. Me he jubilado con poco júbilo y un consultorio de experiencia con todo lo que recuerdo de la medicina son mis cuarteles de invierno. Mi esposa ha envejecido, lo guapa no se le ha ido. Un lunes he ido al barrio chino del centro de Lima y mientras compro un minpao y un vaso de chicha de maíz morado, escucho a una pareja que conversa. Están festejando, se sonríen. Escucho que se cuentan que se casaron cada uno a su manera, que son endemoniadamente felices cada uno también a su manera. Él la ha invitado a comer al lugar en donde estoy degustando comida china. Y cuando se despiden, escucho lo imposible. Recién caigo en cuenta que me estoy olvidando de olvidar. Ella le dice, casi como un reproche, Alberto, nos hubiéramos casado. ¿No?

No hay comentarios:

Publicar un comentario